viernes, 1 de agosto de 2008

Ha estallado la paz, de José María Gironella


Después del período republicano (Los cipreses creen en Dios, 1953) y de la Guerra Civil (Un millón de muertos, 1961), Gironella completa sus personales "Episodios Nacionales" con Ha estallado la paz (1966). El título creo que lo dice todo. Después de la guerra nunca viene la paz. Y en 1939 comenzó uno de los períodos más grises de nuestra historia.
JOSÉ MARÍA GIRONELLA, HA ESTALLADO LA PAZ, BARCELONA, PLANETA BOOKET 2008
"EL MES DE AGOSTO CAYÓ sobre la ciudad y con él el calor del principio del verano se intensificó de tal suerte que Amanecer lo calificó de tórrido (...) Por las calles y aceras la gente hubiera ido gustosa ligera de ropa, pero la íntima sensación de que aquello recordaría a la época 'roja', la 'grosería' de los milicianos, hacía que todo el mundo procurase guardar la compostura. Todo el mundo excepto un discreto porcentaje de mujeres, que de pronto aparecieron exhibiendo blusas atrevidas, bajo la cuales asomaba la carne temblorosa (...) El señor obispo podía ordenar la separación de los sexos en los baños de la piscina y vigilar el tamaño de los slips usados en el Ter; pero el leve temblos de la carne de las mujeres escapaba a sus ordenanzas" (p. 226-227)
"'España está en paz, nada hemos de temer'. No fue una frase, fue un grito. Un grito que de pronto brotó aquí y allá , que apareció escrito en todas partes como si por la ciudad hubiera pasado el ángel de la buenaventura. La gente paseaba y al detenerse ante las carteleras de los espectáculos le parecía leer, en vez de los títulos de las películas el estribillo: 'España está en paz'. Los amigos, al saludarse, lo hacían con tal alegría que era como si se dijeran unos a otros: 'España está en paz'" (p. 321)
ACTUALIZADO: 24/08/2008
"De modo que el racionamiento impuesto por la Delegación de Abastecimientos y Transportes, donde trabajaban el señor Grote y Pilar, iba haciéndose cada día más riguroso, con la consiguiente alarma del vecindario y el aumento de la especulación. Ya Amanecer dedicaba entera la segunda página a reseñar las consabidas instrucciones: hoy reparto de arroz; mañana, de garbanzos; pasado mañana, de alubias. Prácticamente todo estaba intervenido, incluso el material óptico, y se había creado un organismo denominado Servicio Nacional del Trigo para controlar la distribución de la harina y la elaboración del pan. Para la circulación de determinados productos se expedían guías especiales. Se hablaba de la cebada como sucedáneo del café, de suerte que, en el Nacional, el camarero Ramón gritaba ya: "¡Un exprés de cebada!" Escaseaban el tabaco y el azúcar. En resumen, se había vuelto a una situación que distaba mucho de parecerse a la del período "rojo", pero que obligaba a las amas de casa a hacer toda clase de equilibrios". (p. 371)
ACTUALIZADO: 30/08/2008

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